Por Adrián Suárez
Todos, en algún momento, hemos sufrido una quemadura leve en casa: un descuido al sacar la pizza del horno, una gota de aceite caliente mientras cocinamos, o el roce con la plancha. Aunque suelen ser molestas, saber cómo actuar correctamente es clave para aliviar el dolor y evitar complicaciones. Como enfermero, quiero compartirles algunos consejos prácticos para tratar estas quemaduras menores.
¿Qué es una quemadura de primer y segundo grado?
Es importante diferenciar los tipos de quemaduras para saber cómo tratarlas.
Quemaduras de primer grado: Son las más superficiales. Afectan solo la capa exterior de la piel (la epidermis). La zona se pone roja, duele, y puede estar un poco hinchada, pero no se forman ampollas. Un ejemplo clásico es la quemadura solar.
Quemaduras de segundo grado: Son más profundas y afectan la epidermis y la dermis (la capa debajo de la piel). Se caracterizan por la aparición de ampollas llenas de líquido, dolor intenso, y la piel se ve roja o con manchas.
Este post se enfoca en el cuidado de estas quemaduras leves. Si la quemadura es de tercer grado (la piel se ve blanca, carbonizada o seca y no hay dolor porque los nervios están dañados) o si la quemadura es extensa (más grande que la palma de tu mano), debes ir a urgencias inmediatamente.
El primer paso: Enfriar la zona
Cuando te quemas, el calor sigue actuando sobre los tejidos. El objetivo principal es detener ese proceso.
Agua fría (no helada): Coloca la zona quemada bajo un chorro de agua fría (a temperatura ambiente) durante al menos 10-20 minutos. Esto no solo alivia el dolor, sino que también evita que la quemadura siga profundizando.
Importante: Nunca uses hielo directamente sobre la quemadura, ya que el frío extremo puede dañar aún más los tejidos.
Cuidado de la herida
Una vez que la quemadura se ha enfriado, el siguiente paso es protegerla.
Lavar la zona: Lava suavemente la zona con agua y jabón neutro para evitar infecciones.
Protección: Cubre la quemadura con una gasa estéril o un apósito especial para quemaduras. Asegúrate de que no sea una gasa de algodón, ya que las fibras podrían pegarse a la herida.
Alivio del dolor: Puedes tomar un analgésico de venta libre como el ibuprofeno o el paracetamol para reducir el dolor y la inflamación.
¿Qué hacer con las ampollas?
Si la quemadura es de segundo grado y aparecen ampollas, la regla de oro es: no las explotes. La piel de la ampolla actúa como una barrera natural que protege la herida de infecciones. Si se rompe, el riesgo de que entren bacterias aumenta.
Si una ampolla se rompe por sí sola, limpia la zona suavemente y cúbrela con un apósito nuevo.
Lo que nunca debes hacer
Existen muchos mitos sobre los remedios caseros para las quemaduras. Como profesional de la salud, te aconsejo evitar estas prácticas que pueden empeorar la situación:
No apliques mantequilla, aceite, pasta de dientes, ni ningún otro producto graso. Estos productos atrapan el calor, pueden provocar infecciones y dificultar la evaluación de la quemadura.
No uses hielo ni agua helada. Como mencioné antes, el frío extremo puede causar una quemadura por congelación.
No quites la ropa que esté pegada a la quemadura. Si parte de la tela se ha adherido a la piel, acude a un centro médico.
¿Cuándo ir al médico?
Aunque estas quemaduras son leves, hay señales de alerta que no debes ignorar:
La quemadura es muy dolorosa o no mejora.
Hay signos de infección: aumento del enrojecimiento, pus, dolor o fiebre.
La quemadura afecta zonas delicadas como la cara, los ojos, las manos, los pies, o los genitales.
Si eres una persona mayor, un niño, o tienes una condición médica preexistente (como diabetes).
El cuidado adecuado de una quemadura leve puede marcar la diferencia en la recuperación. Recuerda, lo más importante es enfriar la zona rápidamente y mantenerla limpia y protegida. Si tienes alguna duda o la quemadura te preocupa, no dudes en consultar a un profesional de la salud.
